Los centros de esquí apuestan a ‘fabricar’ nieve

Con el clima como factor principal, ya se sabe, nada puede anticiparse con exactitud matemática. Por eso, este año, los principales centros de esquí de todo el país se preparan para extender no solo la cantidad de días de funcionamiento –que, estiman, podría durar hasta fines de octubre– sino también para asegurar una óptima calidad de nieve en todas las pistas a los viajeros locales e internacionales, que necesitan planificar sus visitas con anticipación, por los altos costos y la logística que suponen.

Para adelantarse a esa imprevisibilidad, apuestan a “fabricar” ellos mismos la nieve que se necesita para que todo funcione sin interrupciones y en todos los niveles de la montaña. El sistema, que se denomina técnicamente “innivación artificial” o “nieve inducida”, funciona con cañones que recrean las condiciones de una nevada normal, a través del agua y la humedad ambiente, sin aditivos artificiales (ver aparte).

Pero, además, según los responsables de los centros, les permite no solo la previsibilidad en la apertura de la temporada –hoy inaugura Cerro Bayo, en Villa La Angostura, aunque el resto de los centros aún está esperando mejores condiciones– sino también generar una mejor relación con el ecosistema del que forman parte. “Es una necesidad concreta basada en muchos aspectos: las condiciones de los centros de esquí en Argentina nos aseguran agua, humedad y bajas temperaturas para poder hacer nieve.

Pero además genera un reservorio natural de agua para el verano, que luego se derrite y vuelve a sus cauces; y se convierte también en un método rápido para prevenir desastres naturales si ocurren incendios, porque los cañones actúan también como mangueras gigantes de bombeo de agua si hiciera falta. Salvo Las Leñas, todos estamos rodeados de bosques”, explica Pablo Torres García, CEO de Cerro Bayo y presidente de la Cámara Argentina de Esquí y Montaña, que nuclea a los siete principales centros del país.