Santa Fe recibe a Fernández en medio de una crisis de seguridad

Con dos frentes de tormenta abiertos, como la inseguridad y los problemas económicos, el gobierno de Omar Perotti juega sus fichas a que la oposición le apruebe un paquete de medidas que ya rechazó en enero pasado.

Hasta ahora, Perotti no mostró un plan B si no logra el aval para conseguir créditos por US$600 millones, en momentos en que empiezan a ser cruciales por las negociaciones paritarias de estatales y docentes.

Mañana Perotti volverá a ver al presidente Alberto Fernández, quien participará en Rosario de la celebración del 208° aniversario de la creación de la Bandera.

Así lo anunció el ministro de Defensa, Agustín Rossi, a quien Fernández le confirmó su presencia en Rosario, en un momento complicado, con una ciudad atravesada por una espiral de violencia que provocó 43 asesinatos en lo que va de este año.

La crisis de seguridad obligó al gobernador a buscar ayuda en la Nación, pero no consiguió, como pretendía, el refuerzo en el número de gendarmes, para lograr apaciguar la situación en los barrios calientes de la ciudad.

La violencia derivada de los enfrentamientos entre bandas narco se agudizó en febrero. Los operativos focalizados de fuerzas federales, en coordinación con la policía de Santa Fe, no lograron detener una espiral de violencia que se concentra en la lucha territorial, en barrios puntuales, por la venta de drogas. No son organizaciones criminales sofisticadas ni grandes, pero empezó a preocupar el poder de fuego que muestran los ataques con sicarios que disparan ráfagas con ametralladoras.

La ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, no envió un refuerzo de fuerzas federales, sino que decidió utilizar el personal que está de manera permanente en Rosario, unos 2300 efectivos. El gobierno de Santa Fe no objetó la medida, pero con la crisis a cuestas, con crímenes cada vez más sangrientos -en dos ataques con sicarios se usaron cerca de 100 balas-, empiezan a parecer escasos los despliegues de gendarmes, que, a diferencia de otras incursiones de fuerzas federales, en Rosario tienen escasa visibilidad.

A su estilo, sin estridencias, Perotti respaldó a su ministro de Seguridad, Marcelo Sain, un funcionario que va a contramano del perfil del gabinete y del gobernador, con ministros con escasa exposición pública, siempre a la espera de que Perotti marque el rumbo.

“Esta temática no depende de un funcionario, los cambios no se darán de la noche a la mañana”, repitió el gobernador, tras admitir que “hay un hartazgo desde hace tiempo de la sociedad” ante los problemas de la seguridad. “Si Sain fracasa y renuncia, lo que sigue es la vuelta de la mafia policial, que irá por más”, señala un legislador peronista que respalda al ministro.