Juguetes sin género: ¿una tendencia que llegó para quedarse?

Los productos para los chicos son un símbolo de los cambios sociales en contra de los estereotipos. Cómo se adaptan la familia y la industria.

Cuando su grupo de amigas le preguntó a Carla Manzella qué quería que le regalaran a su hijo Juani para su cumpleaños de dos, no lo dudó: pidió una cocinita de juguete. Hacía tiempo que lo veía volverse loco cada vez que se encontraba con una en casas de amigos o en el colegio y le pareció ideal. Ni ella ni su marido Fernando consideraron jamás que aquél pudiera ser un juguete “de mujeres”, y a Juani el regaló le fascinó. “Para mí, ni los colores ni los juguetes tienen género. Es la sociedad la que determinó eso, y es una traba que tenemos que empezar a romper. Cada nene tiene que jugar con lo que le divierta, le interese y lo concentre”, opina Carla.

Como ella y Fernando, son cada vez más los padres que abolieron los prejuicios a la hora de elegir juguetes para sus chicos. En tiempos de “deconstrucción”, cuando todos los estereotipos se ponen bajo la lupa, aquellos con los que se forma a los niños también están ganando una nueva mirada. Y así como hay chicos que juegan con cocinitas, también hay chicas que prefieren un disfraz del Hombre Araña o una pista de autitos. Lo notan los padres, lo notan los docentes y profesionales y de a poco también lo registra la industria, que comienza a responder con productos y sobre todo, con un asesoramiento de ventas acorde a esta nueva apertura de pensamiento.

Emular roles. No hay duda de que las muñecas son uno de los juguetes históricamente “femeninos”. Desde chicas, a las mujeres les gustaba peinarlas, vestirlas, darles de comer y llevarlas consigo a todos lados. Dentro de este rubro, sin embargo, los bebotes son un tanto diferentes. Son muñecos pero su foco no está puesto tanto en lo estético como en el rol que cumplen, y así atraen a niños y niñas por igual. “Cuando abrimos nuestro primer local en Quilmes, empezamos a ver cómo los nenes conectaban con el bebote. Lo ponían en el cochecito, lo hacían pasear y hasta se lo ponían como a caballito. Y la reacción de los padres, sobre todo de los hombres, era anular ese impulso de los chicos. Veíamos como una bajada de ‘esto es más para tu hermanita’”, describe Marcela Laje, encargada de Comunicación de la marca Le Bebot, creadores de bebotes en diversos tamaños sumamente realistas.