Un ovejero estuvo 10 meses perdido y regresó solo a su casa

El perro, de 11 años, escapó de su casa y fue retenido por unos vecinos. Cuando pudo, se soltó de donde lo tenían atado y regresó con su familia

El 23 de julio de 2022, Cash, un ovejero de 11 años, se fue de su casa. Hasta ahora, su familia no supo qué lo motivó, pero una tarde descubrieron un pozo debajo de la verja del jardín y él no estaba. El 16 de mayo de este año, volvió solo. Vio el auto de la familia, cruzó una mirada con uno de sus miembros y no lo dudó: tomó la velocidad que su cuerpo toleró y se acercó hasta el auto, olfateó y saltó al capot.

“Mi mamá lo vio, lo miró y lo reconoció. Se volvió hasta la casa en el auto, a unos metros de donde estaban, y él la siguió. Abrió el portón y entró. ¡No lo podía creer!”, recuerda Eugenia, la chef que crio a Cash desde cachorro y que se emociona al repasar los días de búsqueda desesperada.

La joven trabajó ese sábado mientras el perro cavaba el pozo y aún no se explica por qué se fue de la casa de Del Viso, al norte de la provincia de Buenos Aires. Luego, supo que no estaba muy lejos. “Lo tenían atado en una casa cercana, parece que al verlo en la calle lo agarraron, se lo llevaron, pero él pudo escapar porque arrastraba una cadena”, lamenta.

El pozo y la desesperación

“Esto pasó por la tarde y desde ese momento no supimos nada de él. Fue como que se lo hubiera tragado la tierra. Comenzamos la búsqueda pegando carteles por todos los barrios cercanos, avisando a las guardias de los barrios privados, recorrimos todas las veterinarias porque él tiene un tatuaje por el pedigree y entonces pensamos que quizás alguien podría encontrarlo y llevarlo a la veterinaria, y por eso lo podrían encontrar… No sabíamos qué más hacer”, recuerda.

Luego recorrieron refugios y crearon en Facebook la página, “Todos por Cash”. “Gracias a eso, mucha gente empezó a compartir las publicaciones que hacíamos y nos encontramos con gente súper amable que siempre nos apoyó en la búsqueda”.

Como ofrecían recompensa y difundieron sus teléfonos, también les tocó lidiar con llamadas tramposas que buscaban sus propios beneficios. Pero también se encontraron con una realidad desconocida: la cantidad de perros perdidos y abandonados que hay en la Provincia.

“Llegamos a cada lugar donde nos mandaban fotos de ovejeros perdidos y nos encontramos con muchos que no eran Cash, pero que no podían quedar donde estaban y sentí que quizás yo iba a tener la ‘misión’ de ayudarlos y darles un hogar”, dice emocionada.

Un caso fue el de un ovejero que no se dejaba tocar, era muy miedoso y se escondía cuando se le acercaban, estaba escondido en el interior de un barrio cerrado donde había una garita de seguridad. Los vecinos comenzaron a darle comida y el personal de seguridad lo adoptó.

“La primera vez que lo vimos era de noche y hasta que notamos que ese perro no era Cash pasaron dos días, pero lo bueno es que tuvo su final feliz. Le buscamos una casita para que se quedara allí y bien, resguardado”, agrega y cuenta que una marca característica fue la que le reveló que no era él.

“A simple vista se le ve una marquita que le quedó de cuando mi gato le tiró un tarascón cerca del ojo y esa marquita nunca se le fue. Esa marca hizo que se lo distinguía enseguida”.

El 16 de mayo, Eugenia cumplió 27 años. Nunca olvidó a su amado perro y seguía difundiendo la búsqueda en las redes. Ese día, particularmente, miró la foto que tiene de él como fondo de pantalla en su celular.

“Apareció en la puerta de mi casa. Mi mamá había llegado del trabajo y ve a un perro pastor alemán en la esquina de la casa y frena el auto, se miran los dos. Para ella, él estaba olfateando el piso, intercambiaron miradas y él fue corriendo hasta la puerta y se le trepó arriba del auto y mi mamá estaba impactada. Arrancó, hizo media cuadra, llegó al portón de mi casa y el perro la siguió, esperó y entró… Mi mamá no lo distinguió, pero decía que era él. Cuando vio que levantó la pata e hizo pis se dio cuenta de que era macho y llamó a mi papá, que fue a la casa y lo revisó. Y se dio cuenta que si era Cash por la marquita”.

A los minutos, Eugenia comenzó a recibir fotos de Cash en la casa. En su casa. Creyó que eran recuerdos, pero la mamá desbordada de emoción le dijo que era él.

Esa misma tarde, una mujer llegó a la casa a reclamar al perro. “Sabía que estaba ahí y lo llamaba con otro nombre. Mi mamá le dijo que era nuestro y la señora le contó que el marido se lo había llevado y que lo quería devuelta… A ella se le había muerto su ovejera y quería otro… el marido lo vio perdido y se lo llevó sin preguntar si vivía en alguna casa… Estaba a poco más de una cuadra de casa”.

Desde ese día del regreso, Cash está tranquilo en su casa, pero aún no se encontró con Eugenia, que espera ansiosa poder viajara para abrazarlo.