Una multitud asistió a un funeral en Jerusalén

La procesión generó una enérgica condena de Benny Gantz, el exnúmero dos de la coalición de Gobierno ya fracturada. “O cerramos para todos o abrimos para todos”, “Así es como se ve el doble estándar en la aplicación de la ley: millones de familias y niños están encerrados dentro de sus hogares y acatan las reglas, mientras miles de ultraortodoxos se congregan en un funeral”.

En medio de la tercera cuarentena en Israel, más de 10.000 judíos ultraortodoxos violaron las medidas sanitarias y participaron en el funeral del rabino Meshulam Dovid Soloveichik, victima él mismo de Covid-19 a los 99 años, en una peregrinación que no fue frenada por la Policía.

Sin respetar el distanciamiento sanitario preventivo ni el uso de tapabocas en la mayoría de los casos, la marea de hombres de estricto negro atravesaron las avenidas desde la casa del rabino en Jerusalén hasta el cementerio Har Hamenuhot en la misma ciudad, sin ser disuadidos por autoridades políticas o fuerzas de seguridad.

“No iré a enfrentar a 20.000 personas porque no soy capaz de hacerlo”, dijo hoy el vocero de la Policía de Israel para la comunidad ultraortodoxa, Shabtai Gerberchik, en una entrevista con la estación de radio de Kan’s Moreshet, en la que duplicó la convocatoria informada por los medios locales.

“¿Qué podemos hacer en esta situación? ¿Puedo entrar con la caballería y los cañones de agua y interrumpir la procesión fúnebre? La ley es muy draconiana, a veces la vida es más complicada que cualquier otra cosa, y solo hay que minimizar el daño”, agregó el vocero policial, citado por el diario Haaretz.

El rabino fallecido, Soloveitchik, quien contrajo el coronavirus antes de la festividad judía Hanukkah en diciembre de 2020 y murió anoche era miembro de una respetada dinastía rabínica y lo reverenciaban todas las facciones ultraortodoxas.

La Policía no solo argumentó que la procesión era demasiado grande, sino que la sociedad israelí en su conjunto suele violar la cuarentena decreta por la pandemia y puso de ejemplo una fiesta clandestina en Tel Aviv.

Sin embargo, la procesión funeraria generó una enérgica condena de Benny Gantz, el exnúmero dos de la coalición de Gobierno ya fracturada y exjefe del ejército

“O cerramos para todos o abrimos para todos”, reprendió Gantz, citado por la agencia de noticias Europa Press.

“Así es como se ve el doble estándar en la aplicación de la ley: millones de familias y niños están encerrados dentro de sus hogares y acatan las reglas, mientras miles de ultraortodoxos se congregan en un funeral”, publicó en Twitter el líder de la coalición Azul y Blanco, la principal fuerza opositora en las últimas elecciones, que duramente un año formó Gobierno con el premier Benjamin Netanyahu.

El Gobierno de unidad de Netanyahu y Gantz -ya quebrado y que se renovará en marzo en las urnas- se reunirá en las próximas horas para discutir la extensión del tercer cierre, que expira a la medianoche.

Gantz advirtió que no apoyará la extensión del cierre durante una semana más, a menos que la Policía haga cumplir las violaciones por parte de miembros de la comunidad ultraortodoxa que ignora la cuarentena.

También pidió multas más altas para la instituciones educativas que reabren sus puertas sin permiso, en general las escuelas religiosas ultraortodoxas.

Esta oposición a las medidas de prevención de la pandemia tienen efectos claros sobre esta comunidad.

A pesar de representar el 13% de la población, los ultraortodoxos conforman el 40% de contagiados de Covid-19.