La sangrienta interna en la barra de Huracán Las Heras

El domingo, el mundo del fútbol recibió con estupor la noticia del violento episodio en Mendoza, mientras se enfrentaban el Globo y Ferro de General Pico, por el Federal A. Detrás, tres facciones que se disputan el poder de la tribuna y negocios ilegales.

Fue uno de los hechos más traumáticos que se recuerden en un estadio de fútbol. Porque si bien es cierto que no hubo víctimas fatales, es la primera vez en la historia de nuestro deporte que un técnico es herido de bala durante el transcurso de un partido de fútbol. Todos ya saben qué fue lo que ocurrió, pero detrás de ese suceso hay una historia oculta que mezcla barrabravas, narcotráfico, bandas delictivas dedicadas al robo y una connivencia por acción u omisión que convirtió a Huracán Las Heras en un infierno.

Lo sucedido el domingo trae un pasado de sangre y fuego en el último lustro, que la pandemia había trasladado a los barrios y que desde el regreso del fútbol con público se especulaba que podía estallar en cualquier momento. Porque la barra del equipo mendocino está dividida básicamente en tres sectores enfrentados no sólo por liderar el paravalancha y los negocios adicionales que tiene el club, entre ellos el alquiler de las canchas de césped sintético, sino también por las actividades ilegales que se disputan en esa zona que queda a apenas cuatro kilómetros de la capital provincial.

De un lado está la banda del barrio Amigorena, que siempre pesó en la cancha, pero mucho más en el delito común y cuyos viejos barras tuvieron herederos que hoy rondan los veintipico y no sólo se especula que no tienen los códigos de sus padres, esos que no permitían involucrar a terceros inocentes en las guerras, sino que además están dispuestos a todo. Y se hacen llamar Hijos de Nadie, para que quede claro su pertenencia sólo a la propia banda que cultiva admiración por las maras salvadoreñas. Del otro lado está la barra oficial que tiene el dominio no sólo del estadio sino también del populoso barrio Santa Teresita y se hacen llamar Los Pibes, y a ellos les responden las otras zonas como Barrio Espejo, y el barrio 26 de enero. También pesan otros barrios como el 20 de julio y Alas Argentinas. Ellos son los históricos, los que conforman La Número Uno, como se autotitulan y que la maneja Fabián el Chueco Flores junto a sus hermanos Huevo y Checho, aunque este último está algo disconforme con la distribución del dinero que emana del club y eso lo habría empezado a distanciar.