A 70 años de la muerte de Eva Perón

Los restos de la “Jefa espiritual de la Nación” estuvieron 16 años desaparecidos. Los ideólogos del atroz y confuso operativo querían evitar procesiones hacia la CGT, donde estaba el cuerpo.

Los restos de Eva Duarte de Perón estuvieron 16 años desaparecidos. Y cuando los mismos fueron devueltos a Juan Domingo Perón, las vejaciones y daños que había sufrido eran evidentes. A 70 años de la muerte de Evita, todavía surge la pregunta de por qué los militares secuestraron su cadáver embalsamado.

Si bien nunca lo confesaron, los ideólogos del secuestro, con una clara inclinación antiperonista, buscaron evitar que, llegado el caso, la gente se volcara al edificio de la CGT para pedir la vuelta del líder derrocado. La simbología de esa posible procesión para honrar a la “jefa espiritual de la Nación” movilizó a los militares a montar un brutal y confuso operativo.

Evita murió de cáncer de cuello de útero el 16 de julio de 1952, a menos de seis meses de las elecciones que le dieron un segundo mandato a Perón, que había comenzado en junio de ese año. Es decir, que el peronismo estaba en su esplendor, más allá de la oposición y de algunos intentos fallidos de levantamientos militares, se estaba lejos de aventurar lo que sucedería con el golpe de estado de 1955, llevado adelante por la llamada Revolución Libertadora.

En ese contexto de solidez política, pensando en algo así como una “eternidad peronista”, se decidió embalsamar el cuerpo de Eva. Después de 16 días de velatorio en la Secretaría de Trabajo y Previsión, fue llevado al Congreso de la Nación para rendirle honores. Desde allí, fue trasladado a su primer lugar de descanso, la Confederación General del Trabajo, con la idea de que luego fuera puesto en el Monumento al Descamisado (que nunca se construyó) para que sea su tumba definitiva.

Derrocado el gobierno de Perón el 16 de septiembre de 1955, bastaron unos meses para que se planificara lo impensado: el secuestro del cadáver de la mismísima CGT. Esto se produjo durante la noche del 22 de noviembre de 1955; la reconstrucción histórica apunta que la sustracción se diopor órdenes directas del general Pedro Eugenio Aramburu, presidente de facto.

Fue un comando de marinosal mando del teniente coronel Carlos de Moori Koenigel que entró por la fuerza al edificio, destruyó un busto de Evita en el primer piso y forzó la puerta de la capilla del segundo piso donde se había montado una capilla para honrar a Evita.

Qué pasó después del secuestro del cuerpo de Eva Perón

Durante tres días, el cadáver fue llevado a deambular por diferentes puntos de la ciudad de Buenos Aires para no levantar sospechas, dentro de un camión. Tal fue la paranoia de los secuestradores y de Moori Koenig que una noche, el mayor Eduardo Arandía mató a su mujer embarazada creyéndola un “comando peronista” que pretendía recuperar el cadáver.

Poco después, Aramburu destituyó a Moori Koenig y le encargó a coronel Héctor Cabanillas la tarea de sepultar clandestinamente los restos de Evita. A esa “tarea” la nombraron “Operación Traslado”. El entonces teniente coronel, y luego presidente de facto, Alejandro Agustín Lanusse contó con la ayuda de un sacerdote, el padre Francisco Rotger, nexo con las autoridades de la Iglesia Católica, a través de la orden de los paulinos, el padre Giovanni Penco y el papa Pío XII.

En abril de 1957, después de tanto peregrinaje, el cuerpo de Evita fue embarcado en secreto en el Conte Biancamano, rumbo a Génova, Italia, bajo el nombre falso de “María Maggi de Magistris” y fue enterrado con ese nombre en la tumba 41 del campo 86 del Cementerio Mayor de Milán.

En 1970 la organización guerrillera Montoneros “se presentó en sociedad” secuestrando al general Pedro Eugenio Aramburu y entre otras exigencias, estaba la restitución de los restos mortales de Eva Perón, cosa que no sucedió, sino hasta más de un año después, cuando Alejandro Agustín Lanusse, ya como presidente de facto de la Argentina, le encargó al coronel Cabanillas la organización de la devolución del cadáver al ex presidente Perón, que estaba exiliado en España.

Así, los restos de Evita fueron desenterrados de la tumba clandestina en Milán y devuelto el 3 de septiembre de 1971 al general en su casa de Puerta de Hierro, en la ciudad de Madrid, donde pasó la mayor parte del exilio mientras estuvo proscripto en la Argentina.

Recién el 17 de noviembre de 1974, muerto ya Perón, la presidenta María Estela Martínez fue quien logró traer de nuevo a la Argentina, casi 20 años después de su secuestro el cuerpo de Evita y lo llevó a la quinta presidencial de Olivos. En 1976 la dictadura militar que derrocó a Isabel le devolvió finalmente el cuerpo a la familia Duarte, quienes dispusieron que fuera ubicada en la bóveda que su familia posee en el Cementerio de la Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires, lugar en el que se encuentra desde entonces.