Bolivia sitiada por los paros

Las principales ciudades amanecieron paralizadas por bloqueos y una huelga nacional en contra del resultado de las elecciones que determinaron un nuevo mandato presidencial de Evo Morales. El vicepresidente Alvaro García Linera anunció que ya se trabaja en cómo se implementará la auditoría de los votos que es respaldada por la ONU.

La convocatoria al paro fue realizada por sectores que por estos días se congregan en la “Coordinadora Nacional de la Democracia” -CONADE-, recientemente formada por políticos varios y los llamados “comités pro cívicos”, que desde hace años congregan a los más acérrimos opositores al gobierno del Movimiento Al Socialismo. En conferencia de prensa brindada esta mañana,  García Linera tildó a la CONADE como “la mayor conspiración contra el voto de los bolivianos”.

Desde las cinco de la mañana el “paro cívico” se manifiestó a través de bloqueos en las principales rutas del país y en cientos de esquinas estratégicas de ciudades como La Paz y Santa Cruz. Como si fuera una parábola de la lucha de clases, los actuales bloqueos abrevan en las medidas de fuerza que realizaban en los ’70, ’80 y ’90 mineros, indígenas y cocaleros en una Bolivia hundida en la miseria y el saqueo. Resurgieron en años recientes como forma de protesta de sectores medios y altos en contra de Evo Morales en torno a la consigna “Bolivia dijo no” y consisten en piquetes de media docena de personas con cintas plásticas, palos y escombros en las esquinas.

Por las características geográficas del territorio boliviano, en las ciudades el transporte público utilizado masivamente son los minibuses, y cuando hay bloqueos no hay “minis”, con lo cual puede decirse que gran parte de la población que no participa de las medidas es rehén de la situación, con cientos de miles de personas imposibilitadas de asistir a sus lugares de trabajo y niñas y niños sin poder ir a la escuela. También se perjudican el comercio y la actividad bancaria, que si bien están en funcionamiento, han disminuido su flujo.

Las protestas incorporaron desde el viernes pasado la realización de cacerolazos a partir de las 9 de la noche, aunque fueron menguando durante el fin de semana. Y se da por hecho que esta tarde retomen las manifestaciones en forma de revueltas que realizan principalmente grupos de jóvenes. Por otro lado, y en defensa del gobierno, se presume que será multitudinaria la movilización convocada para esta tarde en El Alto por los movimientos sociales, “una celebración festiva” según la calificó García Linera.

Luego de un fin de semana en que el clima político estuvo atravesado por denuncias cruzadas entre oficialismo y oposición, sin avances para destrabar la situación electoral que ha desencadenado la crisis política en el país, García Linera ofició como portavoz del gobierno en conferencia de prensa, denunció los intentos de golpe de Estado, condenó las medidas de fuerza y llamó a la sensatez de los opositores, quienes ya ni siquiera piden la realización de una segunda vuelta sino que van por la impugnación de la primera.

En primer lugar anunció la creación en las próximas 72 horas de una comisión de autoridades electorales para fijar cómo se auditará “el voto a voto” junto a funcionarios de la Organización de Estados Americanos y otros organismos, en base a “la voluntad del gobierno para que se transparente todo el proceso electoral”. Luego se abocó a fustigar a la oposición, principalmente al expresidente y candidato que quedó en segundo lugar, Carlos Mesa, por ser el principal instigador local de la actual desestabilización y “el títere político” de “una confabulación perfecta”, que la completarían Carlos Sánchez Berzaín -exfuncionario, responsable político de las masacres cometidas durante el gobierno de Sánchez de Lozada y prófugo de la justicia boliviana- y Branko Marinkovic -millonario empresario cruceño y agitador del separatismo y la violencia entre 2006 y 2008-, “el que pone la platita”.

Además repudió las incitaciones al golpe de Estado promovidas durante días pasados desde Miami por Sánchez Berzaín, a quien definió como “el asesino de El Alto y Warisata”; y de Branko Marinkovic, “el separatista del dinero”, de quien evocó sus antecedentes en graves hechos ocurridos en Santa Cruz en 2008 y que planteó que “los obreros migrantes tenían que tramitar un pasaporte especial para trabajar en el Oriente”. Ellos, junto “al asesino neoliberal” de Mesa, son quienes “pretenden prender fuego a Bolivia”, apuntó el vicepresidente.