Campo del Cielo: trabajan en la protección de meteoritos
Se trata de objetos únicos de estudio para la ciencia y de un símbolo sagrado para la comunidad local. Funcionarios nacionales y provinciales se reunieron para coordinar acciones conjuntas para la conservación de los meteoritos.  

Un grupo de funcionarios nacionales y provinciales se reunió para coordinar acciones de trabajo en conjunto para la protección y preservación de los meteoritos diseminados hace aproximadamente 4000 años en Campo del Cielo, una franja de 200 kilómetros en la frontera entre Chaco y Santiago del Estero.

La presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, Mónica Capano, visitó la provincia de Chaco para avanzar, en un trabajo en conjunto con funcionarios, funcionarias y actores locales vinculados a la cultura y al patrimonio.

El encuentro se llevó adelante entre Capano, Francisco Romero de Casa de Culturas de la ciudad de Resistencia y junto a Ninfa López, coordinadora de la Comisión Provincial de Patrimonio, Ernesto Flores, jefe del Departamento Patrimonio Material y Gabriela Barrios, directora de Patrimonio Cultural.

Además, mantuvieron encuentros con referentes y guías de la comunidad moqoit. En la recorrida por Campo del Cielo, se visitaron el parque, para observar sus cráteres y el Centro de Interpretación.

La Presidenta de la Comisión también mantuvo una reunión con Adriana Stacchiotti, intendenta del municipio de Gancedo y con la Comisión Provincial de Patrimonio.

La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos de la Nación, organismo dependiente del Ministerio de Cultura, tiene por objetivo impulsar, junto a referentes locales, un proyecto de ley nacional para la preservación de los meteoritos, sagrados para las comunidades moqoit, objetos únicos de estudio para la ciencia, símbolos que hacen a la identidad de una región y alcanzan una escala nacional.

Sin embargo, hay otro aspecto que, desde hace algunas décadas, se volvió una amenaza: también se convirtieron en piezas codiciadas por coleccionistas y traficantes que alimentan un mercado internacional ilegal. Actualmente, las regulaciones provinciales no alcanzan: una vez que los fragmentos traspasan sus fronteras -escondidos en bolsillos, camuflados en camiones, en autos-, nada impide que sigan circulando, generando la necesidad de generar una protección nacional.