Rosario jaqueada por el robo de cobre

Una empresa de telefonía superó los 1500 robos este año, la de servicios sanitarios ya coloca cemento para evitar que se lleven los medidores de agua, y la empresa de gas reportó cien robos en un mes. Proponen armar una Mesa del Cobre para cortar el circuito de venta. Las chatarrerías pagan mil pesos el kilogramo.

La campaña electoral en Santa Fe viene atravesada por la inseguridad. A la disputa de las bandas narco y los homicidios, ahora se sumó un tema que va escalando y al que nadie parece prestarle demasiada atención: los robos incesantes y crecientes para abastecer un negocio ilegal de venta de cobre.

El fenómeno tiene particular relevancia en Rosario. “Después de la droga, el del cobre es el negocio más organizado”. El comentario es escuchado en los barrios de la ciudad y sirve para confirmar un dato que asombra: Rosario es el punto más alto en todo el país en el robo de cables, un delito que afecta tanto a empresas del Estado de agua y energía como a privadas del área de gas y telecomunicaciones.

A pesar de la reciente clausura de seis chatarrerías en Rosario “por presuntas irregularidades referidas a falta de habilitación y condiciones de seguridad”, el negocio sigue en alza. Es vox populi en Rosario que algunas chatarrerías cercanas al Puente Negro (Sorrento y Circunvalación) pagan entre 800 y mil pesos el kilo de cobre.

La gravedad de la situación llevó a las empresas damnificadas por los robos a intentar por la suyas algún tipo de organización para reclamar más acción de las autoridades locales y a la Justicia, para investigar y desbaratar las rutas que hacen viable ese negocio ilegal.

La propuesta de constituir una Mesa del Cobre en Rosario, que integren representantes de las empresas afectadas y los tres poderes del Estado, es impulsada desde hace unos meses sin demasiada respuesta, ante el agravamiento de un delito que parece ir en crecimiento.

En algunos casos, una vez realizada la reposición vuelve a ser robado el mismo cable, con lo que puede pasar que los clientes ni lleguen a percibir que el servicio fue restituido.

Hay registros en los que las empresas tuvieron que realizar reparaciones hasta 15 veces en el mismo lugar. Aunque varía por las características de la tecnología, cada robo afecta a entre 75 y 300 usuarios de telefonía.

La reparación del tipo de cable vandalizado es compleja, ya que existen sólo dos proveedores fabricantes de este tipo de material en todo el mundo, y en consecuencia hay poca disponibilidad.

Por

Daniel Abba de Infobae